Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han encendido las alarmas tras confirmarse un preocupante caso humano de gripe aviar (H5N1) relacionado con la exposición directa a ganado lechero presuntamente afectado. Este incidente ha generado inquietud en la industria ganadera y ha puesto en marcha acciones de prevención para evitar una posible propagación de la enfermedad.
El paciente afectado experimentó inflamación ocular como único síntoma, lo que desencadenó la realización de pruebas de confirmación por parte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Actualmente, está siendo tratado con el medicamento antiviral oseltamivir. Aunque el riesgo para el público en general se mantiene bajo, la detección de este caso subraya la importancia de mantener la vigilancia y tomar medidas preventivas adecuadas.
Este caso representa el segundo registro humano de gripe H5N1 en Estados Unidos y el primero asociado con la exposición al ganado. Previamente, en marzo, se habían reportado los primeros casos de influenza aviar en ganado lechero en el Panhandle de Texas, lo que desencadenó una colaboración entre el Departamento de Servicios de Salud del Estado de Texas (DSHS), la Comisión de Salud Animal de Texas (TAHC) y otras agencias de salud estatales y federales.
Los síntomas en el ganado afectado son similares a los de la gripe, incluyendo fiebre, secreción nasal y una reducción en la producción de leche. Sin embargo, las infecciones del ganado no representan una preocupación para el suministro comercial de leche, ya que la pasteurización elimina los virus de la gripe aviar.
Conclusión:
El brote de gripe aviar en ganado lechero en Estados Unidos y el caso humano relacionado enfatizan la necesidad de una vigilancia constante y una respuesta rápida por parte de las autoridades sanitarias. La colaboración entre diferentes agencias y la implementación de medidas preventivas son fundamentales para contener la propagación del virus y proteger tanto a los animales como a la población. En este contexto, la educación sobre la enfermedad y la promoción de prácticas de bioseguridad adecuadas son cruciales para evitar futuros brotes.
