En los últimos meses, el mundo se ha enfrentado a un desafío excepcional, a la incertidumbre y a la complejidad. Una pandemia arrasó el planeta y afectó a casi todos los ámbitos de nuestra vida. La libertad personal para viajar, trabajar y jugar como lo hacíamos antes se vio radicalmente alterada. El funcionamiento de la economía también se afectó. El trabajo a distancia se convirtió en la regla principal casi de la noche a la mañana. De hecho, todas las formas de digitalización se aceleraron bruscamente. No se puede subestimar la importancia de la digitalización de la economía.
La nueva normalidad ha puesto valor añadido y énfasis en la construcción y el mantenimiento de la confianza, que proporciona la base de la acción colaborativa y la innovación. De hecho, la confianza que nos une a todos importa ahora más que nunca. La interacción entre las normas sociales y la tecnología será, en mi opinión, uno de los principales motores del crecimiento económico en la próxima década.
Esta interacción se materializa de dos maneras.
La primera forma de plasmar esta interfaz entre la sociedad y la tecnología refleja la forma en que elegimos regular las tecnologías digitales y sus usos. Las tecnologías digitales tienen un potencial absolutamente increíble para impulsar el crecimiento económico en todo el mundo durante décadas, pero el uso no regulado de estas tecnologías no conduciría a la prosperidad y la libertad a largo plazo.
Por ello, los gobiernos y los reguladores de todo el mundo están trabajando juntos para crear marcos legislativos guiados por principios que permitan y fomenten el desarrollo y usos adecuados de las innovaciones tecnológicas. A medida que nuestra economía se vuelve cada vez más digital, genera enormes lagos de datos que deben ser transmitidos, almacenados, procesados y recuperados. La normativa que permite aplicar esta tecnología de forma eficiente y eficaz es esencial, pero debe hacerse de forma objetiva y evolucionar rápidamente.
Se sigue discutiendo mucho sobre el enfoque correcto a adoptar. Sin embargo, teniendo en cuenta lo que está en juego, los reguladores y los gobiernos deben actuar con rapidez para no quedarse atrás con la innovación. En este sentido, la reciente Ley de Seguridad Informática 2.0 de Alemania supone un excelente paso adelante. Proporciona un marco jurídico claro y una base sólida para seguir mejorando la seguridad informática de las infraestructuras críticas. Para el desarrollo del 5G, significa que habrá normas de seguridad más estrictas y uniformes para todos los proveedores. Esta claridad es un componente crucial de la confianza que necesitamos fomentar.
La segunda forma en que podemos ver esta interfaz entre la sociedad y la tecnología es en las normas que adoptamos. La economía mundial está interconectada hasta un punto que habría parecido inimaginable hace una generación. Dentro de una generación, la economía mundial estará sin duda aún más interconectada y será aún más digital. El éxito de esta nueva economía se basará en normas comunes.
De hecho, el establecimiento de normas no solo favorece la formación y el desarrollo de los mercados, sino que también es un factor clave para la protección del consumidor. Sin competidores, una empresa como Huawei podría estar mejor. Pero si todos los productos utilizaran la tecnología propia de Huawei, sería un desastre absoluto para los consumidores. Las normas obligan a los fabricantes a competir entre sí en términos tecnológicos. Desde los primeros tiempos de la tecnología, el crecimiento se ha visto impulsado por la adopción casi universal de estándares tecnológicos. El estándar 2G nos trajo los servicios de voz y texto, el estándar 3G dio al mundo el Internet móvil, y el 4G nos ha dado servicios ricos en datos y contenidos en streaming en los dispositivos móviles. El 5G está añadiendo aún más posibilidades a la economía, pero el nivel de competencia se ha mantenido alto.
Las normas y los reglamentos son dos formas muy visibles de la interacción entre la sociedad y la tecnología, y comparten dos características que son fundamentalmente importantes. La primera es que generan confianza. La segunda es que cuanto más ampliamente se adopten, más eficaces serán.
La economía digital seguirá cambiando la forma en la que interactuamos y comercializamos entre nosotros. Cuando el comercio internacional se desarrollaba, requería que nuestros antepasados adquirieran nuevas habilidades técnicas y formaran nuevas formas de confiar en sus socios. Lo mismo ocurre con la economía digital en la actualidad. Afectará a la forma en que las personas interactúan entre sí y creará confianza con los intereses comerciales.
Las regulaciones comunes en todo el mundo son una parte esencial de la construcción de esta confianza. A medida que nuestra economía se vuelve cada vez más digital y basada en los datos, las regulaciones sobre la gobernanza de la tecnología y los usos de los datos tendrán una importancia crítica y estratégica para el comercio mundial. Generar confianza es esencial, y la mejor manera de generar confianza entre las personas es sobre un terreno común.
Cuando decimos que «la confianza importa», no solo nos referimos a la confianza en nuestros socios comerciales: los usuarios también tienen que confiar en la tecnología que utilizan. Saber que una tecnología está debidamente regulada es un primer paso importante para confiar en ella. Sin embargo, sólo unas normas comunes ampliamente compartidas pueden generar la confianza generalizada que la tecnología necesita para ser adoptada.
Las normas técnicas mundiales también son de vital importancia para fomentar la confianza, ya que permiten que los servicios y productos se implanten en un mercado más amplio con mayor facilidad. De este modo, los ciudadanos podrían confiar en las innovaciones tecnológicas que operan a través de las fronteras sin obstáculos. Una parte del éxito de la Unión Europea se ha basado en el funcionamiento de su mercado interior.
Pero el éxito del desarrollo económico en la era digital depende de la adopción generalizada de los reglamentos y las normas. Si una normativa se adopta y aplica de forma unilateral, algunas empresas pueden simplemente evitar comercializar con el país en cuestión o en él. A medida que todas las partes de nuestra economía global se interrelacionan más, nuestros esfuerzos para encontrar el mejor camino hacia el éxito regulatorio deben ser más globales.
En particular, nuestra economía, cada vez más digital y móvil, exige centrarse en la confianza y el diálogo relacionados con la seguridad. Debemos garantizar que la soberanía digital y cibernética se respeten mutuamente, que se respete la privacidad y la seguridad de los usuarios, y que se permita que los datos fluyan a través de las fronteras de forma segura y ordenada.
La innovación técnica, el aumento de la digitalización y la complejidad de los productos están impulsando una mayor colaboración entre los socios económicos. A su vez, esto impulsará un aumento de la importancia económica de la transmisión segura de datos. Estos flujos de datos son las cadenas de suministro de la economía digital del futuro, y debemos hacer esfuerzos conscientes para protegerlos.
Al igual que las cadenas de suministro mundiales han sacado a millones de personas de la pobreza, las cadenas de valor impulsadas por los datos en la economía digital contribuirán enormemente a la prosperidad mundial. En un momento en el que la confianza importa más que nunca, Huawei está orgullosa de su contribución a un futuro digital próspero. De hecho, la empresa contribuye activamente a la creación y adopción de las normas digitales y reguladoras globales que son tan cruciales para construir esta confianza. Estas normas y estándares de datos garantizarán que la economía pospandémica se recupere, permitiendo a la sociedad mundial construir un patrimonio resistente y próspero, así también que los beneficios de esta prosperidad se distribuyan lo más ampliamente posible.
Cuando llegó la pandemia, el cierre de las fronteras internacionales y de los lugares públicos de todo tipo pudo haber supuesto una terrible tentación de adoptar actitudes nacionalistas estrechas, pero parece que hemos resistido muy bien esta tentación. Ahora que nuestra sociedad empieza a reabrirse y a entrar en la economía pospandémica, todos somos muy conscientes de lo mucho que importa la confianza.
La atención mundial debe centrarse ahora en impulsar la adopción generalizada de normas técnicas verdaderamente comunes y de marcos reglamentarios y jurídicos que reflejen los valores y normas específicos de las naciones. Esta adopción es esencial para desbloquear el crecimiento económico que satisfará las necesidades de la economía mundial en los próximos años. Estos principios comunes constituirán la base de la confianza sobre la que construiremos nuestros esfuerzos conjuntos para innovar y crecer. Esta confianza será la base de nuestro éxito común. La confianza es importante.